27/3/11

La vida es un milagro, de Emir Kusturica (2004)

Kusturica es dueño de una virtud que a veces funciona como defecto: posee un estilo demasiado propio. Es virtud en el grado que uno, al ver 2 o más películas de su filmografía, ya no puede ver otra sin dejar de reconocer los trucos del autor, sus gustos, sus obsesiones. Crea así un cine particular, entretenido, inteligente, que se ha transformado en su sello personal. Pero es un defecto también, cuando abusar de la fórmula deriva en monotonía, haciendo que el chiste que antes nos hizo reir ahora parezca aburrido. Debo decir que La vida es un milagro se libra por poco de lo último, y son justamente esos aspectos que la mantienen incólume ante las críticas, salvaguardando su originalidad, los que nos permiter serguir afirmando que Kusturica es un director excelente, un genio dentro de su propio mundo.

Sabaha.
En La vida es un milagro se escuchan ecos de las más grandes producciones de su autor. Se siente, por ejemplo, la presencia de Underground en su sentido político, ya que esta vez la acción transcurre en Bosnia, en medio de rumores de guerra y conflictos administrativos. Esto está basado en hechos reales ocurridos en la zona de los Balcanes, tierra natal del director. A este guiño político se suma la presencia de películas como Gato negro, gato blanco y Tiempo de gitanos, donde se abordan notoriamente las complejas relaciones entre padres e hijos, en medio de familias disfuncionales que ejercen un rol tragicómico dentro de su universo creativo. Por último, podemos notar el pulso de Papá está en viaje de negocios y su futura Maradona por Kusturica, donde el director declara su amor por el fútbol y su curiosa forma de aliviar al pueblo, funcionando como "opio" para una multitud cegada, que huye de las terribles miserias de la realidad viendo absorta algún deporte. De esta forma, podríamos decir que en un sólo film Kusturica resume su poética entera, mostrándonos hasta el último rincón de su cocina, agregándole a esto un ingrediente que resulta fundamental para entender su importancia y su originalidad: la magia y los "milagros".

Luka y Jadranka.
El estilo del film continúa la tradición carnavalesca de su autor. A esto se suma la infaltable colaboración musical de su camarada Goran Bregovic. Esto ya es sinónimo tanto de genialidad como de saturación, y depende del espectador juzgar si aún es vigente su efectividad o no. Pero, fuera de esto, lo que Kusturica nos narra en esta película es una moderna comedia de equivocaciones, delirante y audaz, llena de un relieve narrativo que nos lleva de los conflictos bélicos al drama, del drama a la acción y de la acción al romanticismo, sin perder ni por un segundo su línea temática.

La historia cuenta las peripecias del atolondrado Luka (Slavko Stimac), cuya obsesión es construir un ferrocarril que supuestamente transformaría el turismo de la zona para siempre. Los problemas de la guerra y las poderosas compañías que lo rodean no permitirán que sus planes se lleven a cabo, y su vida se volverá cada vez más frenética y tormentosa, a medida que van apareciendo distintas dificultades. Una de ellas es su esposa Jadranka (Vesna Trivalic), una desmejorada diva de la Ópera que acabará en un psiquiátrico por sus continuos desvaríos. Otra sería la reclusión de su hijo Milos (Vuk Kostic) en el ejército, dejando sus sueños de ser futbolista de lado para meterse de lleno en los problemas bélicos de su país. De esta manera, la vida de Luka se va volviendo una locura, y tendrá que iniciar una difícil odisea para salvarse de la guerra, las persecuciones y las presiones personales que lo acosarán a lo largo del film. Pero es cuando le asignan como misión ser el guardián de Sabaha (Natasa Solak), una enfermera musulmana que es tomada como rehén, cuando su vida cambia y el amor empieza a mezclarse con el desquiciado ambiente militar en el que transcurre la historia.

La burra Melissa.
En trazos generales, de eso va La vida es un milagro, una película que a ratos nos recuerda los Cien años de soledad de García Márquez, sobre todo con la aparición de la burra Melissa (ver foto), un simpático, porfiado y mañoso personaje animal que impedirá que Luka lleve a cabo su ferrocarril, además de la clásica escena donde el protagonista y Sabaha hacen un viaje onírico y temporal montados en una cama voladora (ver enlace). Estos detalles, entre otros, hacen que la película sea un producto totalmente nuevo dentro de la obra de Kusturica, a pesar de las reminiscencias que a veces hostigan y de las ácidas críticas que recibió la película por su infatigable capacidad de insistencia. Aunque a mí esto me sigue pareciendo positivo a medida que el autor se reinventa, siendo aún capaz de sacar películas geniales repitiendo su ya reconocida fórmula.


21/3/11

Tout est Parfait, de Yves-Christian Fournier (2008)



Las dos reseñas anteriores que he escrito han tratado sobre la muerte, y adivinen qué… ésta también. Es paradójico y hasta un poco gracioso, porque es un tema que no converso mucho y hasta trato de evitarlo. Soy uno más del clan sobre la intriga del más allá. No es que le tenga miedo a la muerte (un poco en realidad), pero el solo hecho de no saber qué hay después de, genera un misterio natural en el sujeto.

Canadá ha sido cuna de grandes películas que por A, B o C motivos han pasado desapercibidas. Les Invasions Barbares y The Adjuster, por nombrar algunas. Después de un gran receso, creo que el cine contemporáneo canadiense está para grandes cosas. Es por ello que quiero presentarles Tout est Parfait, un drama que no te dejará como si nada. Hablada en francés, sin efectos extravagantes y al más puro estilo “underground”, logra interiorizarnos en la miseria en la que viven los personajes.

Josh encuentra a Thomas ahorcado.
Nuestro protagonista es Josh (Maxime Dumontier), un chico relativamente “normal” que habita en un barrio tranquilo de Canadá. Su vida no es para nada fuera de lo común, y monótonamente transcurre entre su casa, la escuela y el parque de skate. Hasta ahí todo bien en la vida de Josh, pero un día común y corriente (al final no lo era tanto), encuentra a su amigo Thomas (Maxime Vesete) ahorcado. Poco después descubre que él no sido el único en cometer tal fatídico acto: Sacha (Niels Schneider), Simon (Sebastien Bergeron-Carranza) y Alex (Jean-Noel Raymond-Jetté), tres de sus mejores amigos, también han seguido la ruta de la muerte. Se han suicidado. Josh es el único sobreviviente del grupo, por lo cual deberá lidiar con la presión psicológica y social. Introvertido en el hogar, no logra entablar una conversación con sus padres. Falta de confianza y carencia afectiva, no logran derrumbar a nuestro sobreviviente. Necesita tiempo para meditar, pensar en lo sucedido.

"La Pandilla".
Sólo dos personas conseguirán relacionarse con él: Mia (Chloé Bourgeois), la novia de Sacha, y Henry, el padre de Thomas. ¿Habrá sido un pacto que lo excluye a él de tal suceso?, ¿Sabrá algo más que lo atormenta?, ¿Podrá convivir con la presión que ejerce la sociedad, o la misma presión que ejerce su mente?

Una trágica historia no exenta de realidad. Cada día es más difícil tratar de comprender a los adolescentes. Ahora entiendo a mis padres cuando me regañaban (y todavía lo hacen).



13/3/11

Hierro 3, de Kim Ki-Duk (2004)

Es difícil concebir una película desde el silencio. El silencio, claro está, entendido desde su concepto zen, desde el budismo y su forma metafísica de comprender la realidad. Para captar mejor las intenciones ocultas en Hierro 3, hay que saber también que antes de ser cineasta, Kim Ki-Duk se dedicó a la pintura, y ejerció de acolito en un templo budista de su país, en Corea del Sur. A partir de estas dos claves, ya podemos reconocer gran parte de sus obsesiones estéticas y conceptuales, donde se mezclan sutilmente ideas, pasiones, fundamentos y técnicas visuales, además de fuertes temáticas donde se pone en duda el funcionamiento habitual de la sociedad. Quizá esto es más notorio en otras de sus obras, pero en Hierro 3 permanece latente y pasaré a explicarlo.
Jae Hee

Kim Ki-Duk es un director sumamente detallista, y debe serlo para lograr obras tan complejas sin recurrir en excesivo al diálogo. Pareciera que la palabra es lo que menos le importa, poniendo especial énfasis en los silencios y los aspectos más visuales de la producción. Al apuntar esto, no me refiero a "efectos especiales", sino a los movimientos, los gestos faciales y los corporales, la emotividad de los personajes y su curiosa forma de relacionarse, que acaban por darle sentido y vida a esta película. Porque Hierro 3 es un film rico en poesía y expresión visual, donde las palabras salen a flote solo por necesidad máxima, dando cuenta de sentimientos puros que se demuestran con hechos, y luego se reafirman con palabras (y no al revés). Esto resulta ser una suerte de entrañable lección religiosa para la humanidad, en especial para los amantes, para aquellos que solo buscan en los obsequios y en lo material una forma de expresar cariño, demostrando lo infértil y vano que es en realidad intentarlo así, cayendo a veces en una costumbre subyugada al consumismo.

Lee Seung-Yeon
Fuera de lo anterior, la historia ideada por el autor goza también de mucha originalidad. Tae-Suk (Jae Hee) es un hombre solitario que vive ocupando casas deshabitadas. Su forma de hacerlo es colgando folletos en las cerraduras de las puertas, ya que si no lo retiran durante un tiempo significa que no hay nadie en casa y puede ocuparla temporalmente. Es así como conoce a Sun-Hwa (Lee Seung-Yeon), una temerosa muchacha que en su tiempo fue modelo, pero que acabó siendo la sombra de un marido prepotente y abusivo, que la mantiene encerrada en su ostentoso hogar. Tae-Suk entra allí valiéndose de sus métodos habituales, y al conocer a la muchacha siente la necesidad de protegerla. Es así como sus destinos se unen y Sun-Hwa se escapa con el joven, iniciando una silenciosa odisea por la gran ciudad, donde ambos comienzan a aprender del otro fundiendo sus soledades, convirtiéndose así en dos fantasmas indivisibles que encuentran en el amor su forma de trascender y mantenerse vivos, transformándolo en un lenguaje de expresión original que no necesita la intervención de la palabra.

Tae-suk y Sun-Hwa.
De esta manera, Kim Ki-Duk logra una cinta rebosante de emociones, de un lirismo y un simbolismo propios de la cultura oriental, donde se dejan ver importantes detalles que, por muy mínimos que sean, cobran un protagonismo mucho mayor que el diálogo, devolviéndole al cine su visualidad más pura. De esta manera se concreta una película muy singular y amena, donde hasta el mismo nombre resulta ser una pista para su total entendimiendo. El autor señala:

"El título internacional de esta película es HIERRO 3. La gente que juega al golf sabe que hierro 3 es el palo menos usado. Imaginémonos un hierro 3 en una cara bolsa de golf de piel, pero que se usa muy pocas veces, con otra imagen en paralelo, la de una persona abandonada o la de una casa vacía. Al mismo tiempo, Tae-suk utiliza un hierro 3 como herramienta para rescatar a Sun-hwa, y eso también significa un cambio lleno de esperanza"

Esa es la explicación que el director da, otorgándole un sentido especial a la escena donde el protagonista escapa con la muchacha, iniciando ambos una nueva vida juntos. Ojalá al verla ustedes hayan conseguido (o lo consigan, si aún no la ven) recrear el caluroso mundo de Kim Ki-Duk, con todo lo que eso conlleva, encontrando en él un lugar donde la realidad y los sueños se funden dando origen a la frase final del film, que refleja poéticamente las intenciones más artísticas del autor:

"Es difícil saber si el mundo en que vivimos es sueño o realidad"


Descarga:

6/3/11

La habitación del hijo, de Nanni Moretti (2001)


Giovanni y un paciente.
Es difícil poner en el tapete y plantear personalmente mi opinión sobre esta película, puesto que estudio psicología. Y sí, el personaje protagónico del film es psicoanalista. Nanni Moretti (director y protagonista) intenta recrear el abismo que existe entre el analista y sus pacientes, desmenuzando cada parte de esa neurosis que los acongojan. También nos muestra esa barrera esencial que hay que forjar en la relación terapeuta-paciente, el convivir diariamente con los problemas ajenos, crisis de pánico, perdida de autoestima y especialmente la muerte. Todo esto sucede en su consulta, un cuarto al costado de su casa. Giovanni (Nanni Moretti) es un tipo feliz, normal y amante de su profesión. Tiene una esposa maravillosa y dos hijos que son la luz de sus ojos. Como la mayoría de las familias tienen sus costumbres: desayunar juntos, hacer algún deporte en familia, entre otras cosas.

La familia.
Andrea es el hijo menor del matrimonio que se encuentra en la “edad del pavo, en plena adolescencia, donde el sobrevivir a ello es uno de los momentos más difíciles y cruciales de la vida (subjetivamente hablando, claro). Él se encuentra en esa etapa donde los padres pasan a tercer plano, donde los amigos y sus opiniones tienen mayor validez que la de los adultos, pero pese a todo eso, es un chico ejemplar.

Un domingo "común".
Rutinariamente como todos los domingos en el desayuno, planean qué hacer en el día, pero un llamado imprevisto cambia todos los planes a realizar. Giovanni iba a acompañar a Andrea a bucear, pero segundos antes recibe un llamado de un paciente delirante, acongojado por una depresión que lo tiene al borde del suicidio. No lo puede acompañar. La vida de la familia está a punto de cambiar, y como si el destino ya estuviese escrito todas las situaciones y acciones calzan a la perfección: Giovanni llama a su casa y nadie le responde, su esposa es golpeada por un tipo que escapa, la hija es empujada en moto y por un segundo se nos viene a la cabeza alguna desgracia. Pero no, todo vuelve supuestamente a la realidad y al equilibrio del principio, sólo que la rutina de los domingos ya no existe. Giovanni no pudo acompañar a su hijo a bucear y la vida de él y su familia da un giro radical. Andrea muere. ¿Qué pasa por la mente de un psicólogo, capacitado para aconsejar pero no para ser aconsejado? Difícil pregunta, ¿no?. O algunos de los cuestionamientos que se hace Giovanni: ¿Qué habría pasado si acompaño a mi hijo en vez de ir a ver a un loco de mis pacientes? ¿Andrea se suicidó o fue una falla técnica? Son algunas de las preguntas que se hace Giovanni, el humano. No el profesional. Un psicólogo que tiene que convivir con la muerte de un ser querido, específicamente su hijo predilecto. ¿Cómo se hace eso si Papalia, Skinner, Maturana ni menos Freud enseñaron a convivir con ello?, ¿cómo se convive con la pérdida física y simbólica? Y una pregunta abierta para ustedes: ¿logrará mirar con los mismos ojos a su paciente, pues gracias a él no pudo acompañar a Andrea a bucear? Así es la vida, así es La habitación del hijo.



Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...