12/12/12

El sabor de las cerezas, de Abbas Kiarostami (1997)




Creo que elegí la película más difícil para revivir el blog. He estado varias horas intentando encontrar las palabras adecuadas para explicar este film. Paradójicamente, la producción de esta película es más bien sencilla, pero es complicado encontrar las palabras correctas cuando el tema a tratar es la muerte.
Pueblerinos.

Tal vez la película no es del gusto de todos los espectadores. Es una historia simple, pero con un peso emocional muy grande. El sabor de las cerezas es un film iraní del año 1997, escrita y dirigida por Abbas Kiarostami.

Lo maravilloso del cine iraní, es que sin grandes producciones puede dejarnos perplejos. Esta película no es la excepción, con planos sencillos, hartos contraplanos, sonido ambiente y un abuso justificado del fuera de campo, logra generar la atmósfera ideal para que el espectador no pierda el hilo de la historia.

Badii viaja en su auto por las calles de Teherán. Va en busca de alguien que esté dispuesto a cooperar en su delicado propósito: enterrarlo después que se suicide. No sabemos el porqué de su decisión. Tampoco nos interesa. Es así como vamos en búsqueda del tipo adecuado para ello, la persona ideal que tenga el coraje de echarle un poco de tierra a su cuerpo. No sabemos en qué trabaja Badii, pero podemos apreciar que tiene dinero en un pueblo donde la extrema pobreza abunda.

Badii no desea un ataúd ni que le hagan un reconocimiento antes del suicidio. Solo espera morir con un poco de dignidad, en una idiosincrasia iraní donde el suicidio es prácticamente una aberración. Kiarostami eligió con pinzas a los actores, que cabe destacar que exceptuando a Badii, ninguno es un actor profesional. Los diálogos son profundos e inteligentes, mientras las locaciones están llenas de simbolismos, metáforas y detalles
Viejo taxidermista.

En el trayecto suben a su auto un soldado, entrenado para convivir con la muerte; un seminarista ligado a la fuerza de Dios; y por último un anciano, viejo sabio que, junto con los demás personajes, intentan persuadir a Badii para que acabe con su vida. Este viejo es un taxidermista que también intentó suicidarse, pero antes de realizar la acción descubrió unas cerezas que le hicieron cambiar de opinión

Kiarostami, al final de la película, nos muestra cómo fue el proceso de grabación del film. Poniéndose el parche antes de la herida y demostrándonos que es solo eso: una película. Quizá lo hizo para no ser linchado en su país por el tema a tratar. Tal vez el film no les guste tanto como a mí, pero sí les puedo asegurar una cosa: después de ver esta cinta, las cerezas serán más sabrosas que antes.

Badii se hubiese ahorrado todo esto si hubiese leído El hombre en busca de sentido, de  Viktor Frankl. Si tienen la oportunidad, léanlo. 

Por Juan Pablo Hernández


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2 comentarios:

  1. Me gustan las películas así con un tema fuerte pero tratandolo de manera sencilla. Gracias boy.

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  2. Si te gusta el cine te recomiendo

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