Hoy es el turno de Gato negro, gato blanco, una película que ya se ha convertido en todo un clásico del cine contemporáneo. La importancia de esta cinta dentro de la filmografía de Kusturica, es que ya se puede apreciar en él una sólida madurez en cuanto a su línea de producciones, y desfilan en ésta muchas de las obsesiones que el director reiterará incansablemente a lo largo de su trayectoria. Entre ellas destacan su preocupación por los barrios bajos y la marginalidad, la curiosa relación entre padres e hijos, su concepto de familia y su ya distinguida visión carnavalesca que nos recuerda al Fellini de Amarcord, creando un mundo de leyes propias donde todo puede suceder.
La historia narra la vida del atolondrado Matko (Bajram Severdzan), un contrabandista gitano que se gana la vida ilegalmente, y su hijo Zare (Florijan Ajdini), quien critica de manera incansable la irresponsabilidad de su padre. Como ya se puede entender, si se han visto las antiguas producciones de Kusturica, la temática continúa un poco el estilo de Tiempo de gitanos y Underground, y adelanta algo de lo que sería La vida es un milagro, volviendo a repetir su preocupación por la identidad y el destino de los desintegrados estados de la ex Unión Soviética. Además, nuevamente recurre al tono cómico y delirante de sus producciones, aunque en esta película en particular se adentra con mayor interés en la delincuencia y la corrupción cotidiana ejercida por los grandes magnates serbios. De esta manera, se centra, valiéndose del humor negro que lo caracteriza, en un mundo criminal retratado de manera ridícula, manteniendo una historia vibrante llena de sorpresas y momentos inesperados.
Esta película en particular está repleta de curiosidades. Por ejemplo, su estilo basado en los viejos cómics de gángsters italianos, a los cuales el director homenajea discretamente en un librillo que aparece leyendo a veces uno de los sicarios de Dadan (Srdjan Todorovic), un abusivo traficante que intenta dominar a los demás a través de su enorme poder adquisitivo. Además, Kusturica revela su admiración por Humphrey Bogart en aquella escena que repite continuamente Ggra Pitic (Sabri Sulejmani), el violento dignatario que sufre de problemas cardiacos. Por último, se da un lujito incluyéndose en su propio film de manera inmaterial, al ser el dueño del último regalo que se le da a Zare en su matrimonio forzado: una bonita góndola en honor a su amor por Venecia, donde, curiosamente, ganó el premio al Mejor Director en el famoso festival de la ciudad italiana.
Como se puede apreciar, este explosivo film funciona como una caja de Pándora: se suceden constantemente escenas disparatadas e inverosímiles que aparte de sacar carcajadas, declaran el enorme talento de su autor para narrar esas historias tan suyas, de un estilo inconfundible que, a pesar de ser criticado por su exagerada insistencia en los mismos tópicos, ya es marca registrada de un autor tan consagrado como lo es Kusturica.
Si tu idea es ver una película diferente, entretenida, clásica y de culto, Gato negro, gato blanco es lejos una de las mejores opciones. Para entender un poco la hilaridad y el estilo del film, ve el siguiente link:
http://www.youtube.com/watch?v=mBbzcj1t2WY
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