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Katty y su padre Radomiro. |
Se ha criticado muchas veces el afán criollista del cine nacional. De hecho, se ha repetido hasta el cansancio que la fórmula de películas exitosas como
El chacotero sentimental (1999) o
Taxi para trés (2001) no es tan fácil de imitar como parece, y la prueba son la infinidad de películas malas que han seguido esa línea guachaca y barriobajera, que en el fondo ocultan una intención populista que queda totalmente al descubierto al no poder defenderse con argumentos escuálidos, personajes trillados y estereotipos mal construidos. Además, muchas pecan de fundamentar su producción con propuestas políticas de dudosa credibilidad, sobre todo si tomamos en cuenta la oleada de cintas que pretendieron lo mismo desde la llamada "vuelta a la democracia" a principios de los 90', la mayoría subiéndose a la micro de otras propuestas honestas como las que Gonzalo Justiniano venía publicando incluso antes de la transición. Esto se corroboró con clásicos como
Caluga o menta (1990), y su próxima apuesta, mucho más crítica que la anterior, titulada
Amnesia (1994), poniendo en jaque justamente a los que cantaron victoria cuando el dictador chileno donó gentilmente su puesto, no sin antes asegurarse de que su forma de gobernar se grabara con rastros de sangre en el sillón presidencial de la República y nuestra penosa constitución.
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Katty y Chemo. |
Porque Justiniano siempre fue un director políticamente incorrecto, y para demostrarlo no necesitó rodar películas que le dieran el favor al público y a la prensa. Se dedicó a definir en varias de sus obras a los personajes marginados tal cual son, retratándolos con dolor, a veces con cierta simpatía benefactora, pero siempre dejando al descubierto la peligrosidad del derrotero que nos termina arrastrando hacia ellos, por representar mejor que nadie las heridas heredadas del pasado, o el rostro sucio que muchas veces nos muestra el porvenir. Y eso es precisamente lo que caracteriza a
B-Happy, retrato de una niña que crece entre todos los personajillos más despreciables (pero a su vez los más populares) de nuestra desequilibrada sociedad.
Katty (
Manuela Martelli) es una niña de catorce años, de apariencia apática e indolente, que habita junto a su familia en una zona rural de nuestro país. Su realidad es más bien precaria, sin muchas aspiraciones, conviviendo junto a varios personajes que retratan con precisión los vicios recurrentes de nuestras clases más vulnerables: su madre, Mercedes (
Lorene Prieto), tiene que acostarse con el dueño de un almacén para conseguir lo necesario en su hogar, y su hermano mayor, Danilo
(
Felipe Ríos), es un vago aficionado a la cumbia, las fiestas y las drogas, que acaba yéndose de la casa junto a Nelson (
Juan Falcón), un sospechoso personaje con el cual también parece mantener una relación homosexual. Para colmo, su padre, Radomiro (
Eduardo Barril), es un ladrón de poca monta que suele ausentarse por largas temporadas, pasando la mayoría de su tiempo entre la cárcel y la clandestinidad. De esta forma, agudizando el drama al avanzar la cinta, Justiniano parece advertirnos sobre los peligros de esa marginalidad que tantos otros celebran con desfachatez, valiéndose de estereotipos alejados de la cruda realidad que a otros termina por asfixiar.
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Retrato de la marginalidad chilena. |
Pero si hay algo destacable, incluso más que el sólido argumento y la perfecta caracterización de los problemas más asiduos en las clases bajas chilenas, es la actuación de una inspirada Manuela Martelli, además de la construcción de Katty por parte del director, una joven desencantada que a su vez parece acostumbrada a nadar en la mierda que observa día a día, avanzando con la vista fija en el horizonte, combatiendo contra todos los agentes corruptores que le toca experimentar, siguiendo incluso al perder a su madre, su padre y su hermano, destacando como un personaje nihilista con un alto sentido de la responsabilidad, el respeto hacía sí misma y el orgullo. Aunque en su soledad descubra las contradicciones del mundo, el deseo y la necesidad, logra afrontarlas con la cabeza en alto, conociendo todos los extremos sin vacilar, pasando del amor de Chemo (
Ricardo Fernández) hasta el complejo mundo de la prostitución. Porque la muchacha señala desde el principio que no le tiene miedo a nada, y el final nos corrobora que la película es justamente la comprobación de eso.
Por
Patricio Contreras N.
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Hola, antes que nada una sincera felicitación por el trabajo que se realiza en este blog, es de mucha calidad. Me interesa saber el nombre del autor del poema "yo no le tengo miedo a nada" que dice el personaje de Katty en la película, pues he buscado y nada, en diversas entradas de blog donde refieren el texto no mencionan la autoría, y no sé si el poema es parte del cuerpo del guión o si el cineasta lo tomó de algún texto previo. Espero que puedan ayudarme, pues quiero agregarlo como epígrafe para un libro de poesía. Saludos y gracias de antemano.
ResponderEliminarMuchas gracias Luis Javier, nos esforzamos por subir buenas películas y escribir algo interesante sobre ellas. El texto que escenifica el personaje de Katty es parte del guión, osea, es de la autoría del propio Justiniano y su equipo de guionistas (Sergio Gómez, Daniela Lillo y Fernando Aragón). Espero te sea de utilidad. Saludos!
ResponderEliminar¡MUCHAS GRACIAS! EN EL TRANSCURSO DEL PRIMER SEMESTRE DE ESTE AÑO SE PUBLICARÁ MI LIBRO DE POESÍA "EL HOCICO DE LA TRISTEZA" POR EL CONSEJO PARA LA CULTURA Y LAS ARTES DE NUEVO LEÓN, MÉXICO, Y EDICIONES INTEMPESTIVAS, EDITORIAL LOCAL DE LA CIUDAD DE MONTERREY N. L., Y ABRIRÉ EL VOLUMEN CON ESTE POEMA A MANERA DE EPÍGRAFE, DARÉ EL CRÉDITO A GONZALO JUSTINIANO POR SER ÉL QUIEN DIRIGIÓ LA PELÍCULA. LES REITERO MI AGRADECIMIENTO Y SIGO LEYENDO SUS APORTACIONES, EN CUANTO TENGA LOS EJEMPLARES DEL LIBRO LES HARÉ LLEGAR UNO. ¡GRACIAS DE NUEVO Y SALUDOS!
EliminarSería un gran honor, Luis Javier. Mucha suerte con eso, y gracias por compartir con nosotros!
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