5/1/12

Babel, de Alejandro González Iñárritu (2006)

Richard y Susan.
Si tuviera que elegir la película mejor lograda de González Iñárritu, me quedo con 21 Gramos (2003), concebida a medio camino en su labor creativa, producida con un énfasis emocional que nos conmociona y nos golpea a la vez, bajo un concepto de muerte que oculta también muchos otros dolores. Pero Babel es un verdadero paradigma en la obra del mexicano, un antes y un después que nos permite analizar desde un mismo punto todo su trabajo. Y no solo porque culmina su denominada "Trilogía de la Muerte", que comienza con Amores perros (2000) y continúa con la ya mencionada 21 Gramos, sino porque cierra un ciclo y empieza otro; se desprende de una fórmula y encuentra una identidad, pasando definitivamente de la adolescencia a la madurez cinematográfica, con vistas a un futuro consolidado por su última cinta: Biutiful (2010).

Es habitual ver en sus tres primeros largometrajes reflexiones sobre la angustia y el desamparo, vinculando a sus personajes a través de historias cruzadas por una vertiginosa fuerza que desordena sus vidas para luego volverlas a encontrar, creando una estética narrativa tan calculada -y a ratos predecible- que deja poco espacio para la imaginación. Pero esto, fuera de molestar, nos sorprende gratamente en Amores perros, apoya muy bien la trama en 21 Gramos (aunque comencemos a sospechar), y en Babel, para quienes ya conocen al conejo que el director esconde en su sombrero, se empiezan a constatar sus más lamentables debilidades, quedando en evidencia un truco de principiante que al reiterarse peca de poco profesionalismo, de falta de ingenio, técnica y originalidad. Pero lo que acaba por salvar el film, incluso haciéndonos pasar por alto todo lo anterior, es la intención de diálogo entre culturas y la sed universalista de un estilo más bien caprichoso, que esta vez nos dejó caer en la misma trampa, pero con una visión de mundo y de futuro que solo nos adelanta un cambio, un traspié que va entre el pasado y el porvenir como una bisagra, y que en Biutiful, su próxima producción, nos volvería a sorprender.

Amelia, Santiago y los hijos del matrimonio.
Babel se basa en tres historias que se van mezclando irremediablemente. La primera, que da inicio a la cinta, es la de Richard (Brad Pitt) y Susan (Cate Blanchett), un matrimonio norteamericano que se va de viaje para olvidar el sinsabor que les dejó la muerte de uno de sus hijos, encontrando en su destino una nueva fatalidad. Por otro lado, en Estados Unidos, una niñera llamada Amelia (Adriana Barraza), de raíces mexicanas y origen humilde, recibe la visita de su sobrino Santiago (Gael García Bernal), que viene a buscarla para acudir juntos al casamiento de un hijo de la mujer, quien se termina complicando por no poder dejar con otra persona a los hijos de sus patrones, justamente el matrimonio norteamericano que busca olvidar sus penas en otros paraderos. Por último, está la historia de Chieko (Rinko Kikuchi), una adolescente japonesa, sordomuda y rodeada de silencios, que vive la frustración de no poder interactuar con los jóvenes que ella desea, sintiéndose anormal entre sus compañías, soportando el peso de la muerte de su madre y su obsesión por perder la virginidad, ambos traumas derivados de los problemas comunicativos que debe afrontar.

Chieko (Rinko Kikuchi).
Porque Babel, justamente, bebe de las fuentes de la incomunicación, el castigo que le impuso Dios a los que intentaron levantar una torre que llegara hasta el cielo, y que en el film afecta al matrimonio norteamericano que se complica al comunicarse con los lugareños tras sufrir un brutal accidente. Esos mismos problemas de comunicación afectan a mexicanos y norteamericanos, quienen imponen y defienden sus fronteras alejándose cada vez más unos de los otros, favoreciendo al racismo, la xenofobia y las tragedias que la película solo logra sugerir, ya que sus alcances van incluso mucho más allá de los oscuros sucesos que nos va narrando el director. Pero es Chieko, la muchachita japonesa, la que nos acaba revelando el verdadero sentido de la obra: cada individuo guarda en sí mismo un deseo de comunicación, de afecto y aceptación en el otro, que si no se concluye genera traumas y desperfectos psicológicos que dejan al descubierto los errores más graves de nuestra sociedad, corrompida por la ambición y un falso concepto de éxito, progreso y estabilidad, que margina a muchas personas alrededor de todo el mundo y está deshumanizándonos a una velocidad feroz. De esta forma, Babel acaba siendo una advertencia, un retrato ideológicamente bien logrado que consigue demostrárnos, a través de las imágenes, nuestra terrible insesibilidad y el curso equivocado de nuestras aspiraciones.

Es así como González Iñárritu, pecando de comodidad técnica y falta de originalidad, consigue de todas formas articular un film interesante, merecedor del Globo de Oro a la Mejor Película del 2006, el Cannes al Mejor Director y la Mejor Edición, además de un Oscar y un BAFTA a la mejor producción musical, consiguiendo también una gran cantidad de nominaciones en otros premios y categorías. Porque Babel, a pesar de demostrar que la fórmula utilizada hasta el momento ya había quedado obsoleta, se abrió paso mirando a un horizonte mucho mayor que en sus cintas anteriores, ganando más bien por el alcance de sus ideas y sus nuevas concepciones cinematográficas, adelantando una próxima producción que acabaría al fin mostrando algo nuevo, aún con ciertos ripios y mañas evitables, pero dejándonos con la sensación de que después de Biutiful quizás vengan muchas más sorpresas.

Por Patricio Contreras N.




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1 comentario:

  1. Una emotiva y bastante buena película sobre historias cruzadas,en especial la japonesa. Historia que me impresiono tanto por desarrollo como desenlace. Realmente notable. Saludos y buen comentario

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